La misteriosa escalera de Santa Fe
Las monjas conocidas como las Hermanas
de Loreto fundaron en Santa Fe (Estados Unidos), en 1853, la Escuela
de Nuestra Señora de la Luz, conocida como Loreto, para la acogida y
educación de niñas y muchachas. Una vez pasados varios años, las
hermanas decidieron la construcción de una capilla que habría de
estar dedicada a su Patrona. Como les gustaba mucho la Sainte
Chapelle de París, decidieron que sería, al igual que ésta, de
estilo gótico, pero conforme avanzaba el trabajo, no sospechaban el
enorme error del arquitecto y diseñadores de la capilla. Una vez
concluido el mismo, resultó que no había escalera de acceso al
coro, que estaba a diez metros de altura. Un error inconcebible, pero
que ahí estaba.
Dado que la construcción de una
escalera quitaría mucho espacio útil a la capilla, se estuvo
consultando a otros arquitectos y profesionales. Éstos daban algunas
soluciones que no agradaban a las monjas, pues las posibles escaleras
que podrían colocarse estropearían el estilo gótico de la capilla,
o bien como último recurso colocar una escalera portátil. Las
hermanas no aceptaban estas soluciones, pues lo consideraban como una
especie de remiendo dentro de una obra hermosa que querían consagrar
a la Virgen María.
Las hermanas de Santa Fe comenzaron a
rezar una novena a San José, como carpintero y esposo de María.
Justo cuando concluía la novena, se presentó ante ellas un hombre
buscando trabajo, diciendo ser carpintero. Como curiosidades, llegó
montado en un asno y se llamaba José. Las monjas vieron la
providencial llegada de este carpintero como una señal del cielo y
decidieron contratarlo, aun a sabiendas de que, según los informes
de los arquitectos y técnicos consultados, realizar una escalera con
las características deseadas era más que imposible.
Durante medio año, el discreto
carpintero estuvo trabajando diligentemente en la construcción de lo
que luego resultó ser una magnífica escalera de caracol. Pero una
vez pasado este tiempo, y el trabajo estuvo concluso, cuando las
monjas iban a pagarle, el hombre no aparecía por ningún lado.
Incluso llegaron a publicar un anuncio en el diario local para
encontrarlo… pero no apareció. Diríase que la tierra se había
tragado a José el carpintero.

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